En un artículo publicado en 2021, se desgranaba la posibilidad de que Arrakis existiera y lo cierto es que sí, es posible
El lanzamiento de Dune: Parte 2 ha causado una oleada de críticas favorables a la cinta, considerada una de las mejores películas de ciencia ficción que hemos visto en las últimas décadas. No es para menos, su fidelidad al libro original y la capacidad para adaptar cosas que parecían inadaptables han causado que muchos fanáticos de la obra de Frank Herbert den un veredicto más que favorable a la cinta de Denis Villeneuve.
Todo ocurre en un planeta desértico conocido como Arrakis, en el que un imperio galáctico tiene depositadas fuertes inversiones ya que es el único lugar dónde se puede conseguir una potente droga que se exporta por todo el universo. Es un planeta totalmente hostil para la vida humana, con temperaturas excesivamente altas y bestias con forma de gusano gigante que reptan bajo las dunas del orbe.
De acuerdo con un artículo de The Conversation publicado en el año 2021, las condiciones para un planeta de estas características serían perfectamente plausibles. Vamos a ver por qué.
Arrakis sería posible
El equipo detrás del medio de divulgación científica ha simulado la posibilidad de la existencia de Arrakis. Se trata de un mundo rico, detallado, en el que el realismo es evidente, pero también la parte de ficción. Así, expertos en clima han simulado el clima de Arrakis para descubrir cómo sería en caso de que existiera de verdad y lo cierto… es que podría ser perfectamente plausible.
Tanto la película de los 80 como la actual han basado su imaginario en el planeta creado con Herbert basándose en un mundo rocoso y desértico. utilizando un modelo climático utilizado para predecir el de la tierra, lo han adaptado a las condiciones específicas de Arrakis basándose en la información que hay sobre el mismo.
Con las mismas leyes físicas que rigen el clima en la Teirra y con un modelo de datos topográficos de Arrakis y la composición de su atmósfera – similar también a la de la Tierra, pero con menos dióxido de carbono y mayor ozono -, pusieron toda esta información a trabajar en un superordenador obteniendo una simulación tras tres semanas de cálculos.
De todo esto pudieron extraer que la vida en el planeta sería posible en algunas regiones, aunque siempre con un ambiente inhóspito como el que vemos en la obra de Herbert. La vida se concentraría en las zonas ecuatoriales, dónde habría menos humedad, mientras que las zonas de latitud media, donde vivía la gente en Arrakis según la novela, serían muy calurosas y peligrosas.
El modelo fue algo más amigable que la imaginación de Herbert, ya que mientras el autor consideraba que en Arrakis nunca llovía, el superordenador fue capaz de predecir algunas lluvias en verano y otoño en las latitudes más altas, como en montañas o mesetas de elevada altitud. No existiría tampoco hielo en los polos ni tampoco la nieve.
Las temperaturas serían brutales en todo momento, con unos inviernos extremadamente fríos y unos veranos en los que el calor sería terrible. Haciendo que el clima extremo fuera realmente duro para la vida en un lugar recóndito. Pero cabe tener en cuenta que la vida en este planeta es casi residual y que en su mayoría se da precisamente porque es rico en recursos
Arrakis, un mundo consistente
Aunque han pasado más de 60 años desde que Herbert escribiera el primero de su saga de ciencia ficción, nos encontramos con que fue capaz de crear un mundo consistente, que guarda una lógica verdadera tras de sí y que hizo que fuera una obra imperecedera. Como ocurre en las mejores obras de ciencia ficción suelen ser obras atemporales y que no envejecen con el paso de los años debido al mundo tan fuerte y sostenible que se crea para dar lugar a las aventuras de los protagonistas.
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Fuente info
Autor: Esteban García Marcos